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Anticipo de la gran ruta de este domingo 20 desde Pedre, Cerdedo.

El espectacular conjunto arquitectónico de Serrapio es uno de los protagonistas de esta ruta que empezaremos en el lugar de Pedre.

Inicialmente podemos ver La Iglesia de San Esteban de Estilo Barroco construida entre el S. XVII y el XIX con muros de mampostería y cubierta a dos aguas.
Pero lo más destacado sin duda en Pedre, son sus hórreos agrupados en La “Eira Grande».  También destaca “La Eira do Pallal” en donde se realizaba la “Malla” del centeno, se deshojaba el maíz, amenizado todo con cantos, cuentos y risas de los vecinos. Allí mismo se podrá ver también algunos  cruceiros de diferentes formas. Y ya nos adentraremos en la senda, encontrándonos con los vestigios de una calzada romana bajo la sombra de frondosos robles.

Oiremos el rumor de agua, es El Río Lérez deslizándose bajo las piedras del Puente de Pedre. Algunos dicen que es romano por las bases de sus pilastras, y su calzada más bien plana, de “loma de mula”, sin embargo sus 3 arcos ojivales de anchuras diferentes son típicamente medievales y hay quien apunta que podría ser obra de Pedro de Pedre, padre del Mestre Mateo, autor del Pórtico de La Gloria. Hay también una losa con una serie de grabados en medio del puente. En ella se puede ver la silueta del puente con sus tres ojos y un par de inscripciones. Aunque parece que sería de época reciente sin duda alguna añade una nota de misterio.

Sea como sea el puente es una auténtica joya de nuestra arquitectura emplazada en un escenario único por donde, en tiempos, transitaban peregrinos de camino a Santiago de Compostela.

Un poco más adelante divisaremos el enclave en donde, sobre un promontorio, se encuentra el fascinante conjunto de Serrapio al que nos vamos acercando paulatinamente.

Y allí los tenemos en medio del silencio sólo perturbado por el canto de los pájaros y el soplar del viento: el palomar, los diversos cruceiros, y La Ermita de San Lorenzo, una pequeña capilla de Estilo Barroco con planta rectangular.
Descenderemos del montículo y toca ya acercarnos a la orilla del Río Quireza, que por allí transcurre poco antes de entregar sus aguas al Río Lérez del que es afluente.
Un despedazado puente, devastado por la dejadez y el transcurrir de los años, surgirá ante los ojos de los caminantes que lo cruzan solamente para contemplar la decadente belleza de un solitario molino. Algo más adelante el Río Quireza nos obsequia con unos bonitos rápidos en su lecho.

Seguiremos caminando hasta cambiar de orilla mediante el oportuno pontón de Bugarín bajo el cual el Quireza fluye sin apenas sonido.

Y paso a paso dejando atrás la huella de nuestros bastones, nos encontraremos con las primeras casas de piedra en ruínas… es La Aldea de Vichocuntín, casi escondida en la frondosidad del bosque.
Allí podremos ver un molino, al lado de casas de aspecto señorial, con lareira, horno, escaleras,…

Y tras una corta senda en donde la flora es protagonista, nos encontraremos de nuevo con el río Lérez, que nos acompañará hasta retomar el camino de vuelta.

¡¡Sin duda, una ruta que no te la puedes perder!!

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